Apenas mi vigésima sexta composición, "Tengo" es la canción más breve que he escrito, con tan sólo veinticinco segundos de duración. ¿Por qué la hice así de pequeña? Francamente no tengo la menor idea. La compuse cuando tenía quince años de edad, más o menos recién cumplidos. En esa época mi ideología era una mezcla extraña de izquierdismo a la Rius con filosofía hippie (en ese sentido, fui como un antecedente de la república del amor que hoy pregona López Obrador). Ahora que viéndolo bien, hoy sí puedo presumir de tener lo que canto en la pieza: tengo vida, libertad para hacer lo que me gusta, el amor de mucha gente y una gran paz interior. Sí, tengo felicidad.
La canción es una tonada folkie por demás sencilla y la grabé hace un rato, en el GarageBand de mi computadora. Es la primera vez que utilizo ese programa para grabar y el resultado fue cuando menos curioso. Usé guitarra normal y el organito, el bajo y las percusiones son del software. La voz medio la filtré también con dicho programa.
____________________________________________________
Descubrí a Canned Heat antes que a John Lee Hooker. De
hecho, Canned Heat me llevó a John Lee Hooker. Recuerdo bien que por allá de
1968, en la radio mexicana pasaban un tema de la banda angelina a la que los
locutores llamaban “El boogie refrito”. Aquel ritmo rápido y acompasado fue una
revelación para mí. Igualmente recuerdo “On the Road Again”, del propio Canned
Heat, en la voz del Búho Al Wilson, que era una especie de boogie más lento y
con cierto mood hipnotizante.
En 1994,
decidí componer un boogie y el resultado fue este. Quise hacerlo de la manera
más tradicional posible, la más ortodoxa, y como un homenaje a Canned Heat, esa
gran banda hoy prácticamente olvidada, y a su “Refried Boogie” (cuando hoy día se escucha un boogie,
la mayoría de la gente lo asocia más bien con ZZ Top, por su tema “La Grange”).
Escribí el
“Boogie de la muralla” en la época en que yo seguía más que clavado con
“Ángela” y en la que aún pensaba que tarde o temprano ella sería mi chava. Para
eso, estaba dispuesto a pelear por su amor con todas mis fuerzas (tal como lo
plantea la letra). Ingenuo que es uno cuando está enamorado, obsesionado con
una persona.
La
grabación es de 2008 y forma parte de las sesiones de Los Pechos Privilegiados
en la escuela de música DIM, con José Luis Domínguez como ingeniero y la misma
formación ya citada en anteriores canciones de esas sesiones, es decir: Leyla Rangel y Giuliana Vega en los coros, Demetrio García en la batería, Rafael Herrera en el bajo, Mauricio Mayén en la guitarra líder y yo en la voz principal y la guitarra de acompañamiento.
____________________________________________________
Boogie de la muralla
El diablo no me hace caso y el cielo se nubló.
Mi vida se hace pedazos como en una explosión.
Soy un árbol sin follaje, un florero sin flor,
un peatón en el Viaducto, un pecado sin Dios.
He pasado por todo lo que tenía que pasar.
Un borracho he sido yo sin una copa tomar.
Cada vez que yo me acerco en busca de tu calor,
lo único que tú me brindas es un cruel desamor.
Pero no dudes, no lo dudes
No dudes que al final la muralla se va a derrumbar.
Tus cimientos son macizos y tus muros también.
Estás hecha de concreto y de cemento, mujer.
Tus paredes son tan lisas, no las puedo escalar.
Eres tan inaccesible que quisiera llorar.
Pero no dudes, no lo dudes
No dudes que al final la muralla se va a derrumbar.
Conocí a Denisse el 4 de octubre de 2008. Acababa yo de
regresar de París, ciudad a la que había llevado a una amiga que me hizo el
viaje de cuadritos y con quien rompí a los pocos días de volver a pisar tierra
mexicana. Fue una decepción muy grande la que me produjo tal persona y la
aparición de aquella jovencita que apenas cumplía dieciocho años fue como
la llegada de un ángel a mi vida. Poco tiempo después, empezamos a andar y mi
existencia cambió por completo; para bien, por supuesto.
Denisse no
tardó en inspirarme y le escribí esta canción un viernes por la noche, de un
tirón. Luego la grabé frente a la computadora, con la imperfección de algo casi
improvisado, pero me gustó cómo quedó, a pesar de uno que otro error en la
guitarra y en la voz. La letra es la de un hombre enamorado de su flamante
novia y provocó mucha controversia cuando la di a conocer en You Tube y en mi
blogEl rojo y el negro. Hubo gente a la que le encantó y otra que la tildó de ser
insoportablemente cursi. Tant pis.
La música
es tranquila y feliz, una especie de folk pop en do mayor, con escalas descendentes. A poco más de
tres años de haberla escrito, me gusta aún más que en un principio. Hubo otras
canciones para ella en los meses posteriores, algunas incluso mejor construidas
y con letras más ingeniosas, pero de las que le escribí a Denisse, esta sigue
siendo mi favorita.
La canción con la cual más se identifica a Los Pechos
Privilegiados. Creo que de hecho fue la primera que montamos, a fines de 1993,
para el debut de la banda, el 11 de febrero de 1994, durante la fiesta de
presentación del primer ejemplar la revista La Mosca en la Pared en El Antro,
un lugar para conciertos de rock ubicado en Huipulco, Tlalpan, y que ya no
existe.
La canción
se le escribí a la famosa protagonista de mi novela Matar por Ángela (es decir,
a la mujer real que me inspiró a ese personaje) y habla más de un wishful
thinking que de una situación real, porque si bien varias veces llegué a estar
a altas horas de la noche en su casa, jamás me quedé a dormir con ella.
Se trata de
un blues tradicional, sin mayores complicaciones estilísticas. Siempre he
tenido en mente un arreglo que incluya piano y metales, pero jamás he tenido la
posibilidad (o los medios económicos) para concretarlo. Como sea, es un tema
que me gusta mucho cantar.
La
grabación forma parte de las sesiones de enero de 2008 en el DIM y la formación
de Los Pechos es por tanto la misma. Destacan los excelentes solos de guitarra
de Mauricio Mayén.
De finales de 1999 a finales de 2006, estuve profunda,
apasionada, enervada, enajenada, celosa y delirantemente enamorado (ya sabemos
que el enamoramiento puede convertirse en una especie de patología mental) de
una mujer que sólo me hizo caso (por decirlo de alguna manera) durante poco
menos de un año y después nada quiso conmigo más allá de una amistad,
algo contra lo que yo me rebelé a lo largo de seis largos años, hasta el borde
de una irracionalidad digna de mejores causas (eso en caso de que la
irracionalidad sea digna de alguna causa). Yo lo llamaba amor, pero más bien
fue una obsesión enfermiza, un afán por adueñarme de otra persona a como diera
lugar y de aborrecer a todo aquel que pudiera acercársele. Mi mente obtusa no podía comprender
como ella no se daba cuenta de que yo era su hombre ideal, mientras que quienes se le acercaban (a quienes consideraba uniformemente como unos patanes) no la merecían.
Por fortuna, esa obsesión mía terminó y ella y yo somos hoy magníficos amigos.
Es la misma mujer por quien escribí “Los tiempos tristes”, “Algo prohibido” y
varias canciones más, como esta que aquí presento y que hace un breve recuento
de cómo nos enamoramos y de cómo, cuando ella decidió no seguir conmigo, me
negué a aceptarlo y me empeñé en seguir cerca de su persona.
La música
es una escala descendente en sol mayor, con arpegios en la guitarra, un poco en
el tenor de “Blackbird” de los Beatles. La melodía me parece lograda y bella en
su tono melancólico. La grabé en el estudio de Adolfo Cantú, posiblemente en el 2004.
Yo estoy en la voz y en la guitarra y Adolfo se hace cargo de los efectos de
sintetizador con un cierto aire de orquesta de cámara (sería estupendo poder
grabarla alguna vez con instrumentos reales).
Escribí esta canción como un divertimento y como un
homenaje a una de mis cinco bandas favoritas de todos los tiempos: The Who (las
otras cuatro son los Kinks, los Beatles, los Rolling Stones y Led Zeppelin,
aparte de tener a Frank Zappa en un especialísimo y único lugar).
Se me
ocurrió hacer una letra sobre el tema de la masturbación, tal como a mediados
de los años sesenta del siglo pasado Pete Townshend escribiera un par de piezas al respecto (“Mary
Anne with the Shaky Hand” y “Pictures of Lily”). La música tiene claras
referencias a algunas composiciones del propio Towshend, sobre todo a “Pinball
Wizard” y “We’re Not Gonna Take It” de Tommy (1968).
La
grabación se hizo en 2004, en el estudio de Juan Óscar Alcina en la calle de
Regina, en el Centro Histórico. Salió en una sola toma y es claramente un demo.
El propio Juan Óscar se encargó del bajo, Luis “El Men” Sánchez está en la
batería y yo en la guitarra y la voz. Casi no la habíamos ensayado, pero no nos
salió del todo mal. Me encantaría regrabarla y no con mi voz, sino con alguien
que tuviera un tono agudo, casi a la Roger Daltrey. Igual en algún momento
puede hacerse.