A fines de 2006 conocí a una chava por MySpace, nos hicimos muy
amigos, nos vimos en persona (ya a principios de 2007) y empezamos a frecuentarnos. Poco a poco
me ganó por su simpatía y me fui clavando con ella, a pesar de que tenía novio
y hasta vivía con él. Aunque la relación duró poco más de un año y medio (y terminó de la
manera más decepcionante y abrupta), nunca pasó algo “serio” entre nosotros y
tampoco fue un enamoramiento obsesivo como los que había yo tenido antes. Sin
embargo, le escribí una decena de canciones y ésta es una de ellas.
“Al final”
habla de su relación oficial que a mí, en mi ciego afán por tratar de andar con
ella, me parecía absurda (bueno, también me parecía absurda por muchas cosas
que me contaba confidencialmente y que me hacían pensar que en realidad no
estaba enamorada de su novio). Como sea, retrata un momento en el cual todo el
mundo me decía no entender qué podía yo ver en aquella veinteañera. Sin embargo, estaba
empeñado en que era una mujer maravillosa y que era perfecta para mí (casi un años después, gracias a París, descubriría todo lo contrario).
La música
es un rock blues con una figura clásica en el bajo y diversos parones y cambios
de ritmo. La letra es clara, directa y sin la menor intención poética. Quise
hacer un blues grasoso y sin artificios.
La
grabación en video es de una actuación de Los Pechos Privilegiados en el bar Ruta
61, el 20 de noviembre de 2008. Estamos Leyla Rangel y Giuliana Vega en los
coros, Carolina Reyes en la batería (creo que era su debut con nosotros), Rafa Herrera en el bajo, Mao Mayen en la
guitarra y yo en voz principal, guitarra y armónica.
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Al final
Mis amigas me lo dicen: no vuelvas a lo mismo,
No repitas los esquemas, no caigas en el abismo.
Mis amigas me lo dicen y yo no les presto oídos.
Soy un necio sin remedio y siempre me repito.
Me enamoro de quien no debo
y luego lloro como un niño.
Por eso cada vez termino peor que un desvalido.
Tú me gustas más que nadie, yo te quiero para mí.
El imbécil con quien andas no te puede hacer feliz.
Para qué perder más tiempo si al final tú lo verás:
que ese galancito tuyo es un perfecto patán.
No lo comprendo, nunca lo voy a comprender,
porque, a pesar de los pesares,
tú prefieres andar con él.
Mis amigas me lo dicen: “Ella no te conviene,
está jugando contigo, tan sólo se entretiene”.
Mis amigas me lo dicen,
pues saben lo que se viene:
que al final, al final…
al final, al final, con ese güey te vas a quedar.
(Derechos reservados)
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